El informe
Tendencias Mundiales del Empleo de las Mujeres 2012 (en inglés)
de la OIT analiza las desigualdades de género en materia de desempleo,
empleo, participación de la fuerza de trabajo, vulnerabilidad, y
segregación sectorial y profesional.
A nivel mundial, antes de la crisis, las diferencias entre hombres y
mujeres en términos de desempleo y de relación empleo-población se
habían atenuado. La crisis revirtió esta tendencia en las regiones más
afectadas.
En las economías avanzadas, la crisis parece haber afectado a los
hombres en los sectores que dependen del comercio más que a las mujeres
que trabajan en la salud y la educación. En los países en desarrollo,
las mujeres fueron particularmente afectadas en los sectores
relacionados con el comercio.
“Si bien las mujeres contribuyen a la economía y a la productividad en
todo el mundo, siguen enfrentando muchos obstáculos que les impiden
realizar su pleno potencial económico. Esto no sólo inhibe a las
mujeres, además frena el rendimiento económico y el crecimiento”,
declaró Michelle Bachelet, Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, quien
contribuyó con el informe.
“Garantizar la igualdad de oportunidades para mujeres y hombres no sólo
es una medida justa, es también una estrategia económica rentable”,
agregó.
Otras conclusiones importantes:
- De 2002 a 2007, la tasa de desempleo femenina se situó en 5,8
por ciento, comparada con 5,3 por ciento para los hombres. La crisis
incrementó esta disparidad de 0,5 a 0,7 puntos porcentuales, y destruyó
13 millones de empleos para las mujeres
- La diferencia de género en la relación empleo-población
disminuyó levemente antes de la crisis, pero permaneció alta, en 24,5
puntos. La reducción fue particularmente alta en América Latina y el
Caribe, en las economías avanzadas, en África y Oriente Medio.
- La disparidad en la participación de la fuerza laboral se redujo
en los años 1990, pero mostró poca o ninguna convergencia en la década
pasada. Tanto las tasas de los hombres como de las mujeres descendieron
de igual modo en la última década, en gran parte a causa de la
educación, el envejecimiento y el efecto de “trabajadores desalentados”.
- En 2012, la proporción de mujeres en empleo vulnerable
(trabajadores familiares no remunerados y trabajadores por cuenta
propia) era de 50 por ciento y la de los hombres 48 por ciento. Pero las
disparidades son mucho más grandes en África del Norte (24 puntos
porcentuales), y en Oriente Medio y África Subsahariana (15 puntos).
- El indicador de segregación por sectores económicos muestra que
las mujeres están más limitadas en su elección de empleo en todos los
sectores. La segregación sectorial ha aumentado a lo largo del tiempo,
con mujeres que abandonan la agricultura en las economías en desarrollo y
pasan de la industria a los servicios en las economías desarrolladas.
- En las economías desarrolladas, el empleo de las mujeres en la
industria se redujo a la mitad, desplazando a 85 por ciento de ellas en
los servicios, sobre todo en la educación y la salud.
El indicador de segregación profesional muestra que las mujeres
continúan estando segregadas en ciertos tipos específicos de profesión.
Existe alguna evidencia de una disminución en los años 1990 y un
estancamiento de esta convergencia durante la última década.
“Las políticas dirigidas a reducir las disparidades de género pueden
mejorar significativamente el crecimiento económico y los niveles de
vida. En los países en desarrollo pueden contribuir de manera
considerable con la reducción de la pobreza”, afirmó José Manuel
Salazar-Xirinachs, Director Ejecutivo para el Empleo de la OIT.
El informe exhorta a extender las medidas en materia de protección
social dirigidas a reducir la vulnerabilidad de las mujeres, las
inversiones en competencias y educación, y a instaurar políticas que
favorezcan el acceso al empleo.
El informe enumera una serie de directrices políticas para ayudar a los
hogares a reducir los prejuicios de género en las decisiones relativas
al trabajo y a disminuir las disparidades de género en el mercado
laboral:
- Mejorar las infraestructuras a fin de reducir la carga del
trabajo en el hogar. Según el nivel de desarrollo, esto puede variar
desde la disponibilidad de electricidad y agua, al saneamiento y los
medios de transporte.
- Suministrar servicios de cuidado, sobre todo a los niños
- Equilibrar la división del trabajo remunerado y no remunerado
entre mujeres y hombres, principalmente a través de programas que
promuevan la repartición de las responsabilidades familiares
- Modificar los costos y los beneficios de la especialización de
género, sobre todo garantizando que los impuestos y las transferencias
no creen desincentivos para las familias con dos fuentes de ingresos.
- Compensar las desigualdades de las oportunidades de empleo entre
hombres y mujeres, sobre todo a través de medidas dirigidas a eliminar
el impacto negativo de la interrupción de la actividad profesional a
través de una licencia de maternidad remunerada y del derecho a regresar
al puesto de trabajo.
- Realizar campañas de sensibilización para cambiar los
estereotipos de género y para garantizar la implementación de la
legislación contra la discriminación.
Fuente:
Organización Internacional del Trabajo