La igualdad de género tiene importancia por derecho propio, pero
también tiene sentido desde el punto de vista económico. Los países que
generan mejores oportunidades y condiciones para las mujeres y las
niñas pueden incrementar la productividad, mejorar los resultados para
los niños, hacer que las instituciones sean más representativas y
promover las perspectivas de desarrollo para todos, de acuerdo con un
importante informe recientemente publicado porel Banco Mundial.
En el
Informe sobre el desarrollo mundial 2012: Igualdad de género y desarrollo
se explican los grandes avances hacia la reducción de las disparidades
de género, pero se señala que aún quedan desigualdades en muchas
esferas. La peor disparidad corresponde a la proporción de muertes de
niñas y mujeres respecto de los hombres en los países en desarrollo: en
total, la excesiva mortalidad femenina después del nacimiento y las
niñas “de menos” al nacer suman aproximadamente 3,9 millones de mujeres
cada año en países de ingreso bajo y mediano. Aproximadamente dos
quintas partes no llegan a nacer porque los padres prefieren tener
hijos varones, una sexta parte muere en la primera infancia y más de un
tercio muere durante la edad reproductiva. El número de pérdidas está
aumentando en África al sur del Sahara, especialmente en países
seriamente afectados por el VIH/sida.
“Es necesario lograr la igualdad de género”, dijo
Robert B. Zoellick, presidente del Grupo del Banco Mundial. “Durante
los últimos cinco años, el Grupo del Banco Mundial ha proporcionado
US$65 000 millones para respaldar la educación de las niñas, el cuidado
de la salud femenina y el acceso de las mujeres al crédito, las
tierras, los servicios agrícolas, el empleo y la infraestructura. Ha
sido una importante labor, pero no ha sido suficiente en cantidad o
pertinencia para nuestros objetivos. En el futuro, el Grupo del Banco
Mundial dará mayor prominencia a su labor sobre género y buscará nuevas
formas de avanzar con el programa para captar todo el potencial de la
mitad de la población mundial”.
En el informe se citan ejemplos
del modo en que los países podrían beneficiarse si abordaran las
desigualdades entre hombres y mujeres:
- garantizar el mismo
acceso y un tratamiento equitativo para las mujeres agricultoras
incrementaría los rendimientos del cultivo de maíz entre un 11% y un 16%
en Malawi y un 17% en Ghana;
- mejorar el acceso de las
mujeres de Burkina Faso a los insumos agrícolas aumentaría la
producción total de la agricultura familiar aproximadamente un 6%, sin
necesidad de recursos adicionales (simplemente reasignando recursos
tales como fertilizantes y mano de obra de los hombre a las mujeres);
- de
acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO), igualar el acceso de las mujeres
agricultoras a los recursos podría incrementar la producción agrícola
en los países en desarrollo nada menos que entre un 2,5% y un 4%;
- eliminar
las barreras que impiden que las mujeres trabajen en determinadas
ocupaciones o sectores tendría efectos positivos similares, ya que
reduciría las diferencias de productividad entre trabajadores hombres y
mujeres en un 33% a un 50%, y aumentaría la producción por trabajador
entre un 3% y un 25% en una amplia gama de países.
“Impedir
que las mujeres y las niñas adquieran aptitudes y obtengan ingresos
para progresar en un mundo globalizado no solo es incorrecto, sino
también perjudicial para la economía”, dijo
Justin Yifu Lin, primer economista y primer vicepresidente, Economía del Desarrollo, del Banco Mundial.“Compartir
equitativamente entre hombres y mujeres los frutos del crecimiento y
la globalización es esencial para alcanzar los principales objetivos de
desarrollo”.
En el informe también se destacó que el mundo ha
logrado avances considerables en lo que respecta a reducir las
disparidades de género en educación, salud y mercados laborales durante
los últimos 25 años. Las desigualdades entre niños y niñas en la
educación primaria han disminuido prácticamente en todos los países. En
la educación secundaria, estas brechas se están acortando rápidamente:
en muchos países, especialmente de América Latina, el Caribe y Asia
oriental, ahora los varones (niños y jóvenes) son los desfavorecidos.
En el caso de los países en desarrollo, hay más niñas que niños en las
escuelas secundarias de 45 países, y hay más muchachas que muchachos en
las universidades de 60 países. También se observan progresos
similares en la esperanza de vida: las mujeres de los países de ingreso
bajo no solo viven más que los hombres, sino que viven 20 años más que
en 1960. En buena parte del mundo se han reducido las desigualdades
respecto de la participación en el mercado laboral; en los últimos 30
años, más de 500 millones de mujeres se han incorporado a la fuerza de
trabajo.
Algunas de las deficiencias pendientes son la baja
matrícula escolar de las niñas desfavorecidas; el acceso desigual de
las mujeres a las oportunidades económicas y el ingreso, ya sea en el
mercado laboral, la agricultura o la actividad empresarial, y grandes
diferencias en materia de voz y participación entre mujeres y hombres,
tanto en el hogar como en la sociedad.
En el informe se sostiene
que esta tendencia de progreso y persistencia en lo que respecta a
eliminar las disparidades de género es importante para las políticas de
desarrollo. Un ingreso más alto ayuda a resolver más disparidades, como
en el caso de la educación. A medida que aumenta el número de escuelas
y se generan más empleos para las mujeres jóvenes, los padres ven los
claros beneficios de educar a sus hijas. Sin embargo, muy a menudo los
mercados y las instituciones (incluidas las normas sociales sobre las
tareas domésticas y de cuidado familiar) se combinan con las decisiones
del hogar y perpetúan las desigualdades entre hombres y mujeres. Como
parte de esto, las disparidades de género en el ingreso se mantienen
rígidas y sin cambios en buena parte del mundo.
En el
Informe sobre el desarrollo mundial 2012 se insta a la acción en cuatro esferas: 1) abordar los problemas relativos al
capital humano, como el
exceso de muertes de niñas y mujeres y las
disparidades de género en la educación en los casos en que aún se observen; 2)
reducir las diferencias de ingreso y productividad entre mujeres y hombres; 3)
dar mayor voz y participación a las mujeres en el hogar y en la sociedad, y 4)
limitar la perpetuación de la desigualdad de género entre generaciones.
“La
clave para lograr la igualdad de género continúa siendo la necesidad
de orientar específicamente las políticas públicas nacionales”,dijo
Ana Revenga, codirectora del informe. “Para
ser eficaces, esas políticas deberán estar orientadas específicamente a
las causas fundamentales de las disparidades de género. En el caso de
algunos problemas, como la elevada mortalidad materna, será necesario
fortalecer las instituciones que prestan servicios. Si se trata de
otras deficiencias, como el acceso desigual a las oportunidades
económicas, mediante las políticas se deberán abordar las múltiples
limitaciones —en los mercados y en las instituciones— que mantienen a
las mujeres atrapadas en empleos de baja productividad e ingresos
escasos”.
A fin de garantizar que el progreso de la igualdad de
género sea sostenido, la comunidad internacional debe complementar las
medidas de políticas nacionales en cada una de estas esferas
prioritarias. También puede respaldar medidas basadas en datos
empíricos, mediante la promoción de esfuerzos para mejorar los datos,
promover la evaluación del impacto y fomentar el aprendizaje. En el
informe se recomienda que los encargados de formular las políticas
centren la atención en las disparidades de género más persistentes que
no se pueden corregir solo con un aumento del ingreso. Si se resuelven
estas deficiencias, es probable que los beneficios para el desarrollo
sean superiores y que los cambios de políticas contribuyan en mayor
medida a los resultados.
“Los asociados en la tarea del
desarrollo pueden respaldar las políticas nacionales de varias maneras:
más financiamiento, mayor innovación y mejores relaciones de
colaboración”,dijo
Sudhir Shetty, codirector del informe.
“El
financiamiento adicional para agua potable, saneamiento y servicios
para las madres, por ejemplo, ayudará a los países más pobres”. Con más
experimentación, una evaluación sistemática y mejores datos
desglosados por sexo se pueden encontrar formas de mejorar el acceso de
las mujeres a los mercados. Y las asociaciones se pueden ampliar
convenientemente para incluir al sector privado, los grupos de la
sociedad civil y las instituciones académicas”.
Fuente:
Banco Mundial
Acceder al
informe, en inglés.