Laura acaba de reincorporarse a su puesto de trabajo tras
disfrutar de una baja maternal. Ha hecho cuentas junto a su pareja y
han decidido pedir una reducción de jornada laboral para ella en su
trabajo para poder cuidar a su bebé por las tardes. Hace unos años, no
habrían tenido ningún problema porque, de hecho, otras compañeras -casi
siempre lo solicitan las mujeres, aunque es un derecho que también
tienen los hombres- ya han disfrutado de este derecho. Pero ahora la
situación es distinta.
Laura acude a su jefe y empiezan las pegas. Le insinúa que, tal y como está el panorama, no va a ser fácil concederle el horario que pide. Luego le ruega que piense en la empresa y en la sobrecarga de trabajo que supondrá para los compañeros. La opción de realizar la jornada continua tampoco se adapta a la realidad del negocio. Al final, Laura tiene dos opciones: o desistir de disfrutar de la adecuación del horario o empezar una guerra con la empresa a la que, tal y como está el panorama laboral, no quiere arriesgarse por miedo a un despido.
Laura acude a su jefe y empiezan las pegas. Le insinúa que, tal y como está el panorama, no va a ser fácil concederle el horario que pide. Luego le ruega que piense en la empresa y en la sobrecarga de trabajo que supondrá para los compañeros. La opción de realizar la jornada continua tampoco se adapta a la realidad del negocio. Al final, Laura tiene dos opciones: o desistir de disfrutar de la adecuación del horario o empezar una guerra con la empresa a la que, tal y como está el panorama laboral, no quiere arriesgarse por miedo a un despido.
Si en época de bonanza las políticas de conciliación en
las empresas ya se encontraban con dificultades, en plena crisis, se
topan directamente con un muro. La Ley de Igualdad estatal y su
adaptación autonómica corren el peligro de quedarse en papel mojado. Los
inconvenientes para pedir la adecuación de la jornada laboral, las
reticencias al permiso de paternidad y los despidos relacionados con la
maternidad copan las consultas registradas por los servicios jurídicos
de los sindicatos.
Según los datos de las Secretarías de la Mujer de CC OO y
UGT, en lo que llevamos de año, medio millar de asalariados han
solicitado asesoramiento laboral. De estas consultas, cerca de la mitad
estaban relacionadas con la adecuación de jornada por cuidado de un hijo
o una persona dependiente, un asunto que se ha convertido en el
principal caballo de batalla entre empresas y empleadas.
Concreción horaria
La ley obliga a la empresa a que otorgue la reducción de
jornada, pero la concreción horaria se deja en virtud «de que no afecte
al buen funcionamiento y organización de la compañía», explica Cristina
Alamán, secretaria de Mujer y Juventud de UGT. Una ambigüedad que
utilizan, continúa, para «poner todo tipo de impedimentos». Los datos de
consultas de los sindicatos, sin embargo, no son completos, porque
pocas mujeres se atreven a plantar cara a sus jefes por miedo al perder
su puesto.
Además, alrededor del 20% de las consultas, es decir un
centenar de casos, se referían a despidos, de los que la gran mayoría
estaban relacionados con la maternidad. «Calculamos que el 99% de los
casos de despido que nos llegan son nulos porque la empresa prescinde de
las mujeres durante el embarazo o al regresar del permiso de
maternidad», dice Carmen Martín. Sin embargo, rara vez denuncian esta
situación. «Al ser declarado nulo, el empresario tendría la obligación
de reincorporar a la empleada, pero ellas no quieren volver a un puesto
en el que saben que les van a hacer la vida imposible», dice.
Desde UGT, señalan que el 57% de los despidos por
embarazo se producen tras la baja maternal, el 39% durante los meses de
gestación. A esto se suma otro 4% de mujeres que perdieron su trabajo
tras sufrir acoso sexual. «En este punto, somos conscientes de que
existen muchos más episodios de los que nos llegan, pero volvemos a
encontrarnos con el temor de las empleadas a denunciar», añade Alamán.
El otro pilar de la conciliación que se tambalea es el de
los permisos de paternidad. En el primer semestre del año, lo
solicitaron 5.973 varones, un 1,21% menos que en el año anterior, y
suponen casi dos mil menos que los de maternidad. Es decir, que dos mil
padres no han disfrutado de este derecho. Y todo por lo mismo: está mal
visto por los jefes.
«La conciliación se considera un lujo prescindible en
época de crisis, y las empresas son muy reacias a atender las peticiones
de sus trabajadores en este sentido», señala Alamán. Lo mismo opina
Carmen Martín. «La crisis está destapando que, pese a todos los
esfuerzos y las leyes creadas para fomentar la conciliación, la
mentalidad empresarial ha cambiado muy poco», señala.
Más corresponsabilidad
Para Purificación Pineda, concejala del Área de la Mujer
del Ayuntamiento de Málaga, mientras que los empresarios continúen
creyendo que estas medidas bajan la productividad, será imposible
avanzar. Por eso, programas como Conciliam, que realizan los
ayuntamientos adscritos junto al Instituto Andaluz de la Mujer (IAM),
son más necesarios que nunca. «Debemos seguir formando a la sociedad
sobre corresponsabilidad; los hijos no son solo de las mujeres, son un
bien de todos», asegura Carmen Rosa, directora del IAM en Málaga, que
recuerda que las empresas de más de 250 trabajadores tienen el deber de
aplicar estas medidas, aunque solo el 10% -unas 80 en la provincia- lo
aplica. «No pueden darse pasos atrás ni justificarlo por la crisis»,
sentencia.
Fuente: Diario Sur
Fuente: Diario Sur
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