(...) El objetivo de los derechos sociales que dieron origen al Estado de bienestar fue corregir las desigualdades económicas. La búsqueda de la igualdad estaba en la redistribución que hacía el Estado a través de la política fiscal y en la implementación de políticas sociales de empleo, seguridad social, educación y salud.
La desigualdad de género no fue considerada un problema que el Estado de bienestar tuviera que resolver. Las mujeres no estaban en el mercado de trabajo sino en "sus labores" en la familia. Revisar esta carencia ha sido uno de los aportes más importantes del feminismo moderno. Hoy sabemos que el trabajo de cuidado de las personas que se realiza en el ámbito doméstico es la base de la cohesión social y su valor económico, si tuviera que ser pagado, es de una enorme magnitud. Pero también ha habido otras contribuciones.
La desigualdad de género no es solo económica sino que tiene importantes aspectos simbólicos y de valoración cultural y política y afecta a la organización de la vida social. Esto también es válido para otras formas de desigualdad.Además, el análisis desde las relaciones de género abrió las puertas a que también se incorporara en el estudio a desigualdades de otros orígenes, aunque estas no se encuentran presentes en todas las sociedades que conocemos, como es el caso de las económicas y de género.
Las políticas de igualdad dirigidas a las mujeres deben continuar, pero también las experiencias de su aporte en ámbitos generales. Una muestra son los programas de cambios de los tiempos impulsados por Ayuntamientos y por algunas empresas. La Conselleria de Treball de la Generalitat de Catalunya llevó a cabo un proyecto piloto en empresas de polígonos industriales con muy buenos resultados porque ayudó a mejorar la productividad, objetivo crucial para salir de la crisis económica.
Creo que, en esta línea, es importante trabajar para tener una visión global y coordinada de las políticas sociales, con una fuerte vocación de corrección del entramado de las desigualdades.
Asimismo, es necesario revisar la inserción de las políticas sociales en el Estado. Primero, se debe conseguir que en lugar de estar dispersas en la Administración, se integren. Enseguida, la implementación práctica de las políticas sociales (incluidas las de género) está en las comunidades autónomas. Hay que revisar la relación entre la Administración central y las autonomías.
En contra de lo que se ha dicho, no creo que se desvaloricen las políticas de igualdad de género porque se vinculen con las políticas sociales. Por el contrario, esto puede ser una importante contribución en la reorganización del Estado de bienestar, lo que se ha convertido en una imperiosa necesidad en Europa.
Leer el artículo completo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario