Un reguero de desempleo cada vez más caudaloso, dificultades para
hacer compatible el trabajo y la vida familiar —cuyas responsabilidades
recaen en ellas en mayor medida— y recortes al Estado de Bienestar. En
femenino, la crisis se conjuga con agravantes, según las expertas. Y el
panorama pinta negro: algunos de los cambios que vienen, como la
flexibilidad de jornada que la reforma laboral
acaba de consagrar para los empresarios y el apoyo al trabajo a tiempo
parcial, ahondarán las diferencias. Frente a ese panorama, algún “brote
verde”, de la mano del autoempleo.
“La crisis tiene consecuencias distintas para hombres y mujeres. El
aspecto más letal para ellas es el recorte del gasto público”, afirma
Lina Gálvez, profesora de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad Pablo de Olavide.
Y lo explica así: esa rebaja se deja sentir en el empleo público,
“hasta ahora el mejor empleador de las mujeres”, cuyas plazas “se han
congelado y donde van a caer interinos”. Además, esa medida provoca el
recorte de los servicios sociales, y esto afecta a las mujeres por
partida doble: emplean mano de obra femenina en gran medida y favorecen
sobre todo a las ciudadanas, porque las alivian de las tareas de cuidado
que protagonizan. “Quizá lo más nefasto es que estos recortes van a
afectar incluso a la empleabilidad de las mujeres”, añade esta experta.
Leer el reportaje completo en El País.
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