La Obra Social de la Caixa ha publicado un volumen sobre discapacidad e inclusión social, dirigi
El colectivo de la discapacidad no escapa a la gran discriminación
mundial: la desigualdad entre hombres y mujeres. Las cifras de desempleo
son peores para las mujeres, también las de incorporación y permanencia
en la educación, las de participación social y los estigmas asociados
al colectivo se ceban más con las mujeres. Si la discapacidad tiene que
ver con la pobreza, también puede decirse que las mujeres están más
afectadas por los ingresos económicos que los hombres.
Pero hay, además, un elemento agravante: las mujeres cuidan pero no
reciben cuidados. Las diferencias que Carlos Pereda, Miguel Ángel de
Prada y Walter Actis, autores del estudo sobre discapacidad de La Caixa,
han recogido entre hombres y mujeres es significativa. Hasta los 55
años la prevalencia de discapacidad es mayor entre los hombres, cuyas
actividades cotidianas suelen ser más de riesgo, pero a partir de esa
edad “hay una mayor prevalencia de morbilidad entre las mujeres y, por
tanto, más discapacidad”, dicen. Pero que nadie se llame a engaño,
explica Pereda, “la mujer no alcanza mayores tasas de discapacidad
porque tenga una esperanza de vida más alta, no, porque a edades
avanzadas los dos sexos se equilibran en cuando a discapacidad”.
La
explicación que encuentra el sociólogo a la mayor tasa de discapacidad
de la mujer a partir de los 55 es el trabajo: “Contra lo que algunos
puedan pensar, la razón es la sobrecarga: ellas suman al trabajo
doméstico el extradoméstico, con ese resultado”. Para colmo, indica el
sociólogo, del medio millón de personas con discapacidad que dicen
necesitar ayuda que no reciben, un 66% son mujeres. “Así que ellas son
las cuidadoras principales —un 75% de los que cuidan discapacitados son
mujeres—, pero no reciben la atención que merecen cuando llega el caso”,
lamenta.
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