El cabeza de familia está muerto. Aquello de que el hombre trabaja fuera y la mujer en casa hace décadas que se terminó. Nuevos tiempos, nuevas preguntas. Si un sueldo y ocho horas de trabajo bastaban entonces para mantener a la prole, ¿por qué no podrían ahora servir los dos sueldos de la pareja para hacer lo mismo con la mitad de tiempo? La idea tiene algo que ver con el clásico problema matemático para niños que habla del número de obreros y el tiempo que tardan en construir una casa. A más trabajadores, menos horas; cuestión de proporcionalidad inversa.
El Gobierno está fomentando la jornada parcial entre jóvenes y parados de larga duración. Trata de reducir un desempleo del 20%, que llega al 32% para los menores de 30 años: ya que las empresas no contratan a tiempo completo, a ver si con bonificaciones fiscales se animan a hacerlo a jornada parcial, que cuesta menos.
La medida, incluida en el Acuerdo Económico y Social que firmaron en febrero Ejecutivo, patronal y sindicatos, exime a las empresas de abonar cuotas a la Seguridad Social durante 12 meses por los parados que contraten a tiempo parcial si son menores de 30 años o llevan más de uno buscando empleo. La bonificación es del 100% para empresas con una plantilla inferior a 250 trabajadores y del 75% para las que superan ese número. En febrero, la contratación a tiempo parcial fue un 4% superior a la del mismo mes del año anterior.
Dice la secretaria de Estado de Empleo, Mari Luz Rodríguez, que el programa se pone en marcha con una "doble mirada". La principal es la del plan de choque contra el desempleo, pero "también existe una visión a largo plazo; los países con mayores porcentajes de contratos a tiempo parcial registran también las menores tasas de paro, sobre todo juvenil y femenino. Nunca diré que es un contrato especial para ellas, pero facilita la incorporación de la mujer al trabajo", asegura. Y es cierto que en toda Europa la ocupación parcial femenina es muy superior a la masculina. En España, entre las mujeres representa el 22,4%; entre los hombres, el 5,2%.
Sandalio Gómez, catedrático de relaciones laborales de la escuela de negocios IESE y férreo defensor de la jornada parcial, considera que si en el sur de Europa está menos extendida es porque la mujer ha tardado más en incorporarse al mercado de trabajo. Ahora que el modelo del breadwinner (el hombre que trae en exclusiva el dinero al hogar) parece que agoniza, es momento de pensar en la jornada parcial como un instrumento de flexibilidad, según Gómez: "Se tiene que permitir al trabajador promocionar en la compañía aunque no trabaje a tiempo completo. No tiene por qué ser siempre la mitad de la jornada y del salario, sino el 70%, en algunos casos, o una parte del trabajo hecho desde casa, por ejemplo. Flexibilidad, en definitiva. Es de lo que estamos hablando en todas las escuelas de negocios".
Suena bastante ajeno a la vida española, pero el porcentaje de empleos a media jornada ha crecido significativamente en la última década (representaba el 8% del total en el año 2000 y hoy ronda el 13%). Además, la mujer no tiene que incorporarse al mercado laboral. Ya está incorporada. Ahora aspira a que sus condiciones se equiparen completamente a las del hombre, y en este sentido el empleo parcial tanto puede ser un instrumento para ella como para él. Al menos, en potencia. En el caso de Jaume Sala, fisioterapeuta que trabaja en Asepeyo cinco horas cada mañana, el cuidado de sus tres hijos recae más en él que en su mujer, empleada a tiempo completo. "Tendríamos más dinero si los dos trabajáramos ocho horas, pero a veces hay que elegir entre la compensación económica y la familiar", afirma.
Leer el reportaje completo en El País.
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