La protesta contra la conversión en mixtos de colegios mayores retrata a un sector posadolescente aferrado a lo tradicional - Ritos sexistas perduran entre jóvenes
En los años cincuenta y sesenta no era extraño, en la oscuridad de la noche, ver la siguiente escena: chicas colándose por las ventanas intencionadamente abiertas de los colegios mayores masculinos. No había colegios mixtos. Hoy prácticamente todos los públicos lo son, y cada vez son más los privados que siguen ese camino. Por eso ha sorprendido tanto que 300 universitarios madrileños acosaran el martes al rector de la Complutense porque anunció que convertiría en mixtos los tres colegios mayores públicos que aún separan por sexo. Un estallido de rebeldía juvenil como otros, sí, pero por la tradición en vez de por la modernidad.
Estos centros son el último reducto de un modelo segregador que se empezó a modificarse en España a finales de los setenta y se completó en los ochenta sin grandes problemas ni revueltas. Muchos no entienden ahora la contestación de estos universitarios madrileños. "Llevo todo el día reflexionando y no consigo entenderlo", dice el presidente de la Asociación de Colegios Mayores y Residencias Universitarias Públicas, José Luis Muzquiz.
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